sábado, 8 de diciembre de 2012

QUE NUESTRA FRAGILIDAD HUMANA NO OPAQUE EL ROSTRO DE CRISTO

El pasado primero de diciembre, en la Catedral Nuestra Señora de las Mercedes de Caldas, Antioquia, fueron ordenados como sacerdotes por imposición de manos y oración consecratoria de Monseñor Fidel León Cadavid Marín, Obispo de Sonsón-Rionegro; los Hermanos Fr. Edisom Guarnizo Trujillo, Fr. John Fredy Marín Rengifo y Fr. Rubén Darío González Ríos.
Hemos contado con la compañía del ministro provincial Fr. Joaquín Agesta, la del custodio provincial de Colombia Fr. Rafael Garavito, la mayoría de los profesos solemnes de nuestra custodia provincial, varios sacerdotes de distintas comunidades religiosas y del clero diocesano y un nutrido grupo de fieles.
Apartes de la homilía de Monseñor Fidel:
 
Celebramos la acción sorprendente de Dios que hoy deposita el don del sacerdocio sobre la vida y persona de Edisóm, John Fredy y Rubén Darío. Nos unimos a los sentimientos de emosión y de alegría de ellos, de sus familiares y de los Franciscanos Menores Conventuales, Orden a la cual pertenecen.
El gran protagonista de esta celebración  es Dios. Solamente Dios llama - y, llama a cada uno personalmente. Toma la iniciativa para llamar a los que necesita para llevar a delante su plan. Soberanamente Dios elige profetas y sacerdotes, que hablen y actúen en su nombre, para bien de su pueblo. Esta experiencia es tan profunda que abarca desde el inicio de la existencia: "Antes de formarte en el vientre te escogí" y por lo tanto determina toda la vida de la persona. Estamos desde siempre en la mente y el corazón de Dios.
Toda vocación es iniciativa misteriosa e inefable del Señor, que toca la vida de una persona, a la que conoce, ama, llama para sí, entabla con ella una gran amistad, lo consagra y lo envía. San Pablo lo interpreta como acción de la misericordia divina: "Encargados de este ministerio por misericordia de Dios". La grandeza de ser llamados al sacerdocio no radica en merecimientos humanos, sino en el hecho de que Dios piense en nosotros, que Dios se fije en nosotros, que Dios confie en nosotros... Eso pone en evidencia la iniciativa de Dios, su gracia y su amor. Jamás podríamos, pues, gloriarnos de nosotros mismos.
 
En la ordenación el Espíritu Santo consagra a Edisom, a John Fredy y a Rubén Darío como sacerdotes, los toma de entre los hombres, de entre comunidades concretas como Ituango, Tarqui y Caldas y, los transforma de una manera radical que los convierte en Cristo mismo, en su imagen viva y los capacita para ser "dispensadores de los misterios de Dios". Ustedes, desde este día de su ordenación van a ser "prolongación de la presencia de Cristo", único y supremo pastor, y van a ser "transparencia suya" en medio del rebaño que se les encomienda.
San Francisco sabía muy bien que un sacerdote es otro Cristo, por eso tenia una devoción especial por ellos y los consideraba sus "señores", porque en ellos veía únicamente al "Hijo de Dios". El pueblo creyente sabe que en el sacerdote está la presencia del mismo Señor Jesucristo... En la ordenación un sacerdote se indentifica con Cristo, sobre todo en "dar la vida" ... debe ofrecer su cuerpo como sacrificio viviente, santo y agradable a Dios (cf. Rm 12, 1-2). Su vida es una vida donada, entregada, derramada, como la de Jesús. El que no entrega la vida no puede dar vida.
 
Edisóm, John Fredy y Rubén Darío: acepten la gracia que Dios les da y la responsabilidad que pone sobre sus hombros y sobre su corazón de pastores. Valoren lo primero como un gran tesoro, pues es Dios y su obra de salvación y sean conscientes que son "Vasijas de barro". "El Señor puso el sello sacramental de su presencia sobre la debilidad humana" (Juan Pablo II); que esa fragilidad humana no opaque el rostro de Cristo, sino que los haga conscientes "que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de ustedes" ... + Fidel León Cadavid Marín (Obispo Sonsón - Rionegro)

viernes, 9 de noviembre de 2012

ORDENACIÓN PRESBITERAL Fr. EDISOM GUARNIZO, Fr. RUBÉN DARÍO GONZÁLES Y Fr. JOHN F. MARÍN


(Foto: Fr. Edisom, Fr. Rubén y Fr. John)
El Señor llama a todos sus hijos a la perfección en el amor; la plenitud humana se alcanza en la medida en que se acepta éste proyecto. El lugar dónde realizar la vocación a la que somos llamados lo escogemos nosotros desde la libertad absoluta que nos ha dado el Creador mismo.
  
La Vocación sacerdotal y religiosa, es un don maravilloso de Dios, que se ha de asumir con el ánimo firme de santificar la vida en bien de los hermanos y hermanas del mundo. Los que elegimos el seguimiento de Cristo, en la vida sacerdotal, somos hombres llenos de limitaciones, con la fe puesta en Jesucristo Pastor supremo, único que puede hacer que nuestra vocación sea fecunda.
 
El ministerio del presbiterado lejos de apartarnos del mundo, nos manda a él, para ser la prolongación del amor entregado de Dios a la humanidad, "No tepido que los saques del mundo, sino que los libres del maligno" (Jn. 17,15) . El Sacerdote es un siervo del Señor, no somos los únicos siervos, como se ha dicho al inicio, Él llama, el lugar lo escoge cada uno, así pues, todo el que asume con responsabilidad el proyecto de la Vida Cristiana, se santifica y halla la plenitud de su condición humana en el servicio a Dios y a los hermanos.
 
Este ministerio al que se llega luego de un largo proceso de formación espiritual, académica, pastoral y humana, no exento de dificultades y dudas, de muchas y variadas tentaciones, requiere ser animado día a día con la oración ferviente y perseverante del ministro mismo y de todos los creyentes en favor suyo. La vocación sacerdotal debe ser protegida por la Iglesia entera, si bien, todos somos sacerdotes por nuestro bautismo, los hombres encargardos de administrar los sacratísimos misterios, necesitan del apoyo, oración y corrección caritativa de todos los miembros del Cuerpo de Cristo.
 
Con gran gozo, celebramos la Ordenación presbiteral de nuestros hermanos Fr. Rubén Darío González Ríos, Fr. Edisom Guarnizo Trujillo y Fr. John Fredy Marín Rengifo. La Orden de los Hermanos Menores Conventuales, Custodia provincial San Francisco de Asís de Colombia y la Iglesia entera se llena de alegría por nuestros hermanos. Juntos deseamos caminar asidos firmemente a la mano del Señor para servir con humildad a su Pueblo Santo. 

jueves, 27 de septiembre de 2012

RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA ORACIÓN FRANCISCANA

Al tratar de reflexionar sobre el modo de orar propio en el camino franciscano, surge la duda, si en realidad este carisma tiene algo que aportar al modo de orar de la Iglesia. A primera vista, se suele pensar que sólo movimientos como el carmelitano, benedictino, ignaciano, afamados por su especificidad, hacen un significativo aporte al modo de orar de la Iglesia, sin embargo, el pequeño y simple Francisco de Asís con su experiencia y enseñanzas marcó un camino de oración cargado de un profundo sentido evangélico, que abre nuevos horizontes en el modo de vivir la espiritualidad cristiana.
A continuación trataremos algunos de los puntos más significativos de la oración Franciscana:



En primer lugar debemos destacar el profundo carácter afectivo de la oración en la Orden de los Menores. En contraste con lo que enseñaban los maestros del monacato en occidente, para quienes el objetivo máximo en el itinerario espiritual era llegar a la impasibilidad de los sentidos, el camino iniciado por el pobrecillo de Asís, implicaba un redescubrimiento de los deseos y afectos del hombre, pero no de cualquier modo ni dirigidos hacia cualquier cosa, sino purificados por la penitencia y encaminados hacia Dios. Un ejemplo que nos ilustra lo que significa el carácter afectivo de la oración franciscana es el popular icono del “abrazo”, en donde aparece Francisco recibiendo entre sus brazos a Jesús, y en la que se nos muestra que la relación que se debe entablar con Él no es tanto la del maestro-discípulo o señor-siervo, sino la relación de hermano, Esposo y Madre.



El segundo aspecto que destacamos es el de la contemplación. Francisco no sólo amaba tiernamente al Señor, sino que deseaba verle. Este deseo lo vemos claramente expresado en la oración ante el crucifijo de San Damián, pero con mayor nitidez en la Navidad en Greccio, cuando hace la primera representación del pesebre. El Verbo que se “hace carne” y que tan hondamente se gravó en el alma de Francisco, requiere para ser conocido categorías corpóreas y es la vista la más útil para este fin. Así la contemplación del Verbo nace del contacto físico y trasciende hasta lo más profundo del ser. La relación con Jesús no es ya sólo cuestión de meditaciones ni de elucubraciones mentales, sino de encuentro vital, de relación cotidiana, humana.

Por último, el camino de oración franciscano, debe llevar a la pacificación del corazón del hombre. El encuentro con Jesucristo pobre y manso, debe conducir al hermano al descubrimiento del amor compasivo de Dios, que armoniza todas las guerras que puedan existir en el interior de su corazón y que provocan violencia en su entorno. Por esa razón, Francisco decía a sus hermanos que cuando fuesen por el mundo no litigasen, ni contendiesen de palabra, ni juzgasen a otros; sino que fuesen apacibles, pacíficos y mesurados, mansos y humildes (Regla B. 3).

Siendo consientes de que la única forma de ser auténticos franciscanos es teniendo la misma experiencia espiritual que tuvo Francisco, animémonos a seguir sus huellas, amando con la totalidad de nuestros afectos al Señor, contemplándole constantemente y siendo en medio del mundo instrumentos de la paz que sólo Él nos da. (Enviado por un Lector anónimo de nuestro blog.)