jueves, 24 de marzo de 2011

VISITA A LAS FRATERNIDADES DE COLOMBIA

Con sumo gusto comparto algunas impresiones sobre mi reciente visita a las fraternidades de nuestra Custodia provincial de Colombia.

Lo primero que quiero proclamar es que la vida religiosa, nuestra vida evangélica de Hermanos Menores, es del Señor, es una llamada exclusivamente suya, y allá donde uno vaya reconoce los signos de la obra de Dios a través de ella, encarnada en hombres pobres y pecadores como somos cada uno de nosotros. Sea América Latina, igual que en Europa, hay signos de identidad que hablan de forma inequívoca. La pregunta está escondida en lo hondo del corazón y la respondemos con la vida o la evitamos: ¿a Quién pertenecemos, por Quién estamos poniendo en juego nuestras vidas; por Quién madrugamos cada mañana?...

Las fraternidades de nuestra Custodia me son ya familiares, porque conozco a todos los hermanos desde hace años, su misión, sus afanes de evangelización; a varios de los jóvenes frailes, los he visto pasar de la formación a la inserción en las casas conventuales, con mucha satisfacción, y voy familiarizándome también con los seglares, que colaboran con los hermanos y se me van haciendo muy queridos.

Noto que las fraternidades van tomando robustez, y se van haciendo un cuerpo más vivo desde la perspectiva de la misión: “ad intra”, vida fraterno-testimonial, y “ad extra”, atención ministerial en sentido amplio (caridad, evangelización y liturgia). No se discuten, y se cuidan, elementos esenciales de nuestra forma de vida como la oración comunitaria, el diálogo, el trabajo y un respeto esencial por el camino que cada uno de los hermanos va haciendo. Las relaciones son la piedra de toque de nuestra forma de vida, y sin embargo, encuentro entre los hermanos una disponibilidad preciosa para regenerarlas; he repetido en todas las casas, no habrá relaciones interpersonales maduras, si no dejamos que el Espíritu Santo nos modele, nos vaya rehaciendo de nuevo el corazón, tornándolo más humano, más dócil, más creyente, esto requiere tiempos de escucha y acogida largos, primero del Señor, y luego de los demás, y de uno mismo.

La formación personal y comunitaria es esencial para avanzar, no podremos dialogar con el mundo de hoy si no estamos en proceso de formación vital y permanente, por dentro y por fuera; nuestra pastoral vocacional, bien cuidada por cierto, necesita lenguajes “viejos y nuevos”, los de nuestra tradición cristiana vertidos en la horma de la vida franciscana, y las categorías culturales que manejan los jóvenes de hoy, en las que hemos de poder introducir las preguntas esenciales… ¿Señor quién eres Tú, quién soy yo?...

Quiero resaltar con alegría y gratitud, la labor caritativo-social que se lleva en todas nuestras casas, pero de modo particular en Corozal y en el Hno. Francisco de Medellín. Conozco el trabajo, la entrega y la abnegación de las fraternidades, porque los responsables de los proyectos están verdaderamente apoyados por sus fraternidades y en comunión con la Provincia. La Provincia realiza con vosotros esta dimensión esencial de la evangelización y la humanización de la vida de los pueblos y las comunidades.

Animo a que sigan cuidando las celebraciones litúrgicas con el canto, la creatividad y la participación de todos, “la belleza salvará al mundo”… no conviene que lo olvidemos, ¡Cristo el Señor, el crucificado, el Resucitado es bello!, “es el más bello de los hombres “ (Sal 45, 3).

Es precioso sentirse hermano entre hermanos, esa es nuestra vocación con la que estamos llamados a evangelizar, esa ha sido mi experiencia en este mes de convivencia con los hermanos de la Custodia en sus fraternidades. Agradezco todos los gestos de aprecio, de fraternidad y de confianza que he recibido por parte de los hermanos, y de algunos seglares que conozco y estimo: Consuelito de Corozal, doña Marta del Hno. Francisco, Cristian que arreglar los computadores en S. Antonio de Bogotá, la señora de la sastrería del Kolbe en Medellín… ¡gracias por vuestra amabilidad y ayuda, con vuestra colaboración me lo hacéis más facil!

Os deseo a todos, que el camino cuaresmal sea fecundo en la renovación de nuestra vida y vocación bautismal, como nos invita el Papa en su mensaje, y que la Pascua ha reflorecer nuestros desiertos.

¡Que Dios les bendiga hermanos, y les dé la paz!

Joaquín Agesta.
Hno. Provincial